
En una pequeña ciudad de un pequeño país de Latinoamérica, un dinero ruso de dudosa procedencia permite hacer una coproducción internacional de El Príncipe Constante de Calderón de la Barca. Tiempo después, cuando la obra ya ha fracasado, una cama, aquella cama donde se torturó al Príncipe, es el nudo de pujas, peleas, reclamos, sueños, investigaciones y crímenes.
La constancia del arte, la constancia de la fe y del amor, de la violencia y de las guerras, y sobre todo la constancia de Calderón, un nombre que propone aún hoy, luchas por dar.
Descripción
Hacer un clásico implica discutir y reafirmar su validez. Ponerse en la línea de su tradición, pero apuntar hacia una dirección en el futuro. A su vez, los nombres que siempre pesan, traen consigo un linaje, pero también prejuicios y expectativas. Hacer un Calderón, no es lo mismo si quien lo hace es otro Calderón. El juego de proponer un Calderón al cubo, tomando una obra que escribió Calderón de la Barca, interviniendo desde la escritura y la dirección contemporánea tanto Guillermo Calderón como Gabriel Calderón, impone una toma de decisiones. La compañía uruguaya Comedia Nacional ha decidido quemar la biblioteca- parafraseando a Borges- trabajar con el texto como si estuviese perdido, como si ya no pudiera acceder a él, como si lo soñara mal, tradujese peor, tal vez traicionando a Calderón, pero siendo fiel al Teatro.